Éste fin de semana, en los Sitios de Zaragoza, la ciudad tenía puntos donde se rememoraban los acontecimientos sucedidos en aquella época. Visitamos el Parque Tío Jorge, donde había puestos artesanales, con sus tenderos vestidos de la época. Y allí caí, en un puestecillo. El comerciante llamó nuestra atención con su simpatía y su mercancía. Pero no fue eso lo que hizo quedarnos y caer en la tentación... sino los aromas que desprendían los productos de la venta. Eran cuencos aromáticos de múltiples olores.
Ahí estábamos mi amiga María y yo, estimulando nuestras vibrisas nasales, por cada uno de esos cuenquecillos, que desprendían un aroma particular. Por fin nos decidimos.
Aquellos cuencos eran no meramente decorativos, sino ambientadores del hogar. Pequeños cuencos que no hace falta quemar (como la mayoría de los ambientadores de parafina), sino con dejarlos así tal cual, y cada quince días ir raspándolos un poco en su interior, para eliminar la parafina seca, y así pueda desprender nuevamente el olor. Nos dijeron que el olor abarca hasta unos 25 metros y que son muy duraderos...
Así que yo me decidí por comprar uno para probar. Elegí el de olor a flor de loto, y cierto es que me está encantado. Lo he puesto en mi entrada, y se nota un montón. De momento, creo que he hecho buena compra. Tan solo 5 € y un aroma personal al abrir la puerta de mi casa.
Siempre me ha gustado que las casas huelan a algo como muy personal. Yo habitualmente utilizo un ambientador que me gusta mucho que es de Musk & Jasmine, de la tienda muy mucho (de decoración) que me encanta los detalles muy estilo nórdico que tienen.
Feliz inicio de semana!!!! Ésta si que va a ser cortita.
Un besico a repartir!!!!
Ha pasado el tiempo, que opinión tienes ahora respecto a los cuencos? Has vuelto a comprarlos?
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