Hoy hace exactamente 10 años que empecé una aventura y
cumplí uno de los sueños que tengo en mi vida.
Llevaba muchísimos años queriendo ir de voluntaria a un país
africano. Y por supuesto, el idioma primaba, así que tuve la oportunidad
(gracias a mi amiga Ascen) de ir a Guinea Ecuatorial que es colonia española. Concretamente
aterrizamos en Enigacugu, un poblado en la selva de la capital.
Inicié esta aventura con mi amiga Sarita, una buena
compañera de viaje, sin duda…
No existían los miedos para nosotras, aunque allí empezaron
a aparecer en algún que otro momento. Pero la verdad, cuando se hace algo con
el corazón, la ilusión, la emoción y las ganas, superan con creces los miedos.
Nuestra labor allí fue variada… Yo no quería ir de
enfermera, quería ir a vivir la realidad del país, así que estuvimos dispuestas
a todo lo que surgiera.
Entre nuestras tareas estuvo: dar clases en el internado,
recogida y siembra del cacahuete, limpiar la selva con unos machetes que no
imagináis como los manejan aquellos pequeños chavalillos, sirviendo comidas en
el comedor, visitar zonas de poblados contiguos, poner vacunas, participar de
las eucaristías típicas del lugar… y muchas cosas más.
No voy a esconder que fue una experiencia tanto dura como
inolvidable. Cuando me preguntan si volvería a repetirlo, sin duda tengo la
respuesta: SIIIIII….
Os enseño unas fotillos como resumen de muchos de los momentos vividos allí. Espero que os guste. Un besote gordo!!
Amanecer en el poblado de Enigacugu. Vistas abiertas, cielo precioso... Recuerdos cada mañana...Con murales preparados para enseñar a los más mayores el cuerpo humano en la escuela.
Recogiendo verduras típicas de la zona en la selva. La naturaleza regala vida y comida.
De visita por los poblados cercanos, conociendo cultura, sus gentes, sus costumbres.
Con mi Sarita en un puesto de Salud del poblado de Enigacugu. Se abría una vez a la semana.
Pelando pipa de calabaza, golpeándola con un palo para hacer luego un puré.
La tribu fang con sus trajes y pompones típicos para la Eucaristía. Sus bailes son muy intensos.
En el recreo de la escuela, a campo abierto, la naturaleza es infinita.
Recogiendo agua ootable del manantial para poder beberla en el internado. Madre como poco equilibrio...
Dando clases en el comedor, no había aulas para todos...
El cuarto donde dormían las chicas. El dinero enviado se utilizó en cambiar algún colchón.
Limpiando la bambucha, verdura típica de la zona. Hoja a hoja, mano a mano...
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